martes, 15 de agosto de 2017

ULTRAMARINOS DE ANTES...

Muchos de los que leéis, todas las semanas mi blog, encontrareis en mi articulo de hoy, un recuerdo en vuestra vida. Ya que estas tiendas de ultramarinos formaban parte de nuestras calles, llenos de historias, cada uno de ellos, en los que las anécdotas, escenas y momentos vividos en ellos, os harán recordar tiempos pretéritos.


Anuncio publicitario, de un periódico de mi colección, La Libertad, de 1907.
Un perfecto eslogan con todo lo que la afamada tienda acapara para todo su publico.

Las fotos que hoy ilustran este articulo, son del primer tercio del siglo pasado, concretamente de un periódico local riosecano de 1907 y de una vieja guía de 1932 de mi colección, y esconden en cada uno de los anuncios, las costumbres de toda la vida y los gustos de nuestros abuelos.


Los productos que en ellos podíamos encontrar eran los llamados de despensa, embutidos, salazones, licores, conservas y aceites, productos que muchas veces procedían de ultramar, de ahí el nombre tan obvio y convirtiendo con ello a estas tiendas, en las mas completas y surtidas de Rioseco.
Fue durante la posguerra, cuando estas se hacen populares, suministrando gracias a los vales de racionamiento los suministros necesarios para el sustento de cada una de las familias, estas eran anotadas en las diferentes tiendas, para recoger semanalmente los productos, facilitando con ello la vida comercial de los diferentes negocios.


Además, en épocas de penuria económica, como la posguerra, supieron fiar en las tiendas, los clientes llevaban lo necesario cada mañana y al final de mes, liquidaban lo prestado.
Todas estas tiendas facilitaban la comunicación de los vecinos, siendo esta una escena habitual en el interior de cualquier ultramarinos, mientras las señoras esperaban su turno, conversaban sobre los hijos o sobre alguna enfermedad en la familia y el tendero informaba de todos los por menores de la actualidad de nuestra ciudad.


Con la llegada de los primeros hipermercados, se perdió el sabor especial, que cada tienda mantenía con un gusto exquisito, conservas de pescado, arroces, legumbres, mermeladas, bacaladas colgadas del techo, con aquella cuchilla larga, con que partirlas al medio y la imagen única del tendero con la clásica bata y los manguitos, pero lo que si que ha quedado en la memoria de muchos de nuestros vecinos riosecanos, es el cariño y afecto, a cada uno de esos tenderos, porque la historia de cada uno de ellos, va ligada a los recuerdos de cada uno de sus clientes y es que estos, desde su mas tierna infancia, van asociados a personas, situaciones y sitios...


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