Seguro que con una dilata vida, el desaparecido convento carmelitano, guarda y custodia, muchas historias dentro de los muros de este cenobio riosecano, donde mujeres entregadas a la vida religiosa, nos podrían describir realidades conventuales...
Si nos trasladáramos en el tiempo, a una jornada cualquiera dentro del perfecto remanso de esta comunidad, podríamos vivir ritos y costumbres dentro de las diferentes ceremonias que durante siglos se fueron realizando, hasta el triste, cierre del mismo...
Hoja de una de las revistas de Semana Santa de loa años 30 de mi colección. |
Una escena podría ser esta, dentro del coro del convento de las carmelitas, momentos antes de celebrarse la Misa del Alba. El coro esta iluminado por dos lamparas de aceite, que sirve para alumbrar el órgano, a la derecha y a la izquierda fuertes muros de piedra y por este ultimo un hueco de entrada por el que pasan hasta veinte monjas, llevando en la mano el libro de oraciones.
Las monjas se irán colocando de derecha a izquierda, arrodillándose, teniendo cuidado de dejar libre el centro, la Madre superiora saldrá la ultima y acompañándola con marcada lentitud, una jovencísima y tímida novicia, que llevara el velo blanco. se arrodilla, sirviéndose de apoyo, en la baranda y un poco separada y por detrás la madre superiora, un sonido de una campanilla anuncia el comienzo de la misa, donde la oración fortalecerá el espíritu y al frente y haciendo una pequeña escuadra, las celosías, a través y por encima de ellas la nave y las bóvedas y de fondo, la imagen de la Virgen que aúna el fervor y la devoción de estas siervas, al final de la misa, se sentirá el toque de la campana no cesando este, hasta que estas desaparezcan de la iglesia, para continuar las labores normales de su vida...
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