Dentro del perfecto remanso y tranquilidad que producen los muros del Convento de Santa Clara, se produce un pequeño sacrificio, a las labores diarias encomendadas a la Congregación de monjas de clausura que en ella viven, y este es el motivo de mi articulo de esta semana, valgan estas simples letras como homenaje a la servidumbre, de estas perfectas mujeres de Dios a la población de Medina de Rioseco, que si sus oraciones y plegarias fueran pocas aun, nos deleitan con unos fantásticos dulces que hacen la delicia de los mejores paladares celestiales, demostrando que están tocados, por la mano divina del Señor.
![]() |
Claustro del convento con nuestras monjas en una fotografía de los años 50. |
Aunque la clausura de estas monjas sigue siendo rigurosa, y parece que lo que ocurra fuera no puede alterar la tranquilidad diaria, hay una tradición en la ciudad que hace que el discurrir diario se altere y produzca que toda la comunidad cambié sus tareas domesticas para la Semana de Pasión, y es que estas son las encargadas desde que Don Manuel Fuentes (antiguo alcalde de la Ciudad y hermano del Descendimiento), llevara por primera vez, haya por los años 70, la túnica de lienzo blanco a planchar, por esas magnificas manos de las Hermanas, pero, por si esta tarea fuera poca, estas magnificas monjas, aparte del lavado y planchado de las túnicas de las diferentes cofradías de la ciudad, (Costumbre que se convertirá en tradición, siempre que las monjas y sus manos puedan con tan duro trabajo, durante muchos años), y es que año tras año, los riosecanos, a partir de la semana siguiente de Reyes y hasta el Miércoles de Ceniza (Como plazo máximo de entrega), con la túnica al brazo, cruzan el rió Sequillo, hasta el majestuoso convento, a la entrada de la ciudad, para recuperar esta a partir del Domingo de Ramos, con un blanco inmaculado,y un perfecto y meticuloso planchado, que lucirán en la Procesión del Viernes Santo, y si es que por si fuera poco este pequeño sacrificio, estas dedican gran parte del año a la confección de las túnicas de las diferentes cofradías riosecanas, en lienzo blanco, terciopelo morado y negro y paño castellano negro.
Parece una coincidencia pero la historia y los documentos, están para ser rescatados y cotejados en el instante preciso y es que esta comunidad desde sus orígenes siempre estuvo ligada a Rioseco y a su Semana Santa ya que dentro de la Ciudad, y en el Monasterio que mando crear el Almirante, como Panteón Familiar, se forjo la primera gran cofradía, la de la Vera Cruz, que hunde sus cimientos en el cenobio franciscano y la congregación hunde sus raíces en la Regla Franciscana...
No hay comentarios:
Publicar un comentario